
Primeras Navidades trabajando como MIR: “Es una experiencia traumática”
Las primeras Navidades de Cristian como médico, durante su primer año de residencia, las recuerda como algo horrible. Al igual que otros tantos que se inician en el ejercicio, apenas llevaba unos meses viviendo por primera vez fuera de casa cuando le tocó afrontar este periodo en plena oleada de gripe, con jornadas maratonianas tanto en su especialidad como en Urgencias en las que solo podía descansar dos o tres horas al día. Tampoco pudo volver a casa con su familia: el 24, saliendo de una guardia de dos días, cenó con sus compañeros de servicio, y las doce ya estaba en la cama pasar el 25 otra vez entero en el hospital.
Fue, relata el ya cardiólogo a ConSalud.es, una experiencia “traumática”, en la que trabajó 72 seguidas horas de manera casi ininterrumpida. Pero su historia no es un caso aislado: podría ser la de prácticamente cualquier médico durante el periodo navideño, con el agravante, en su caso, de no haberlo vivido nunca antes. Como Daniel, que, aunque ya conocía ligeramente cómo funcionaba el sistema sanitario por las prácticas que había hecho durante la carrera, sus primeras Navidades de residente en Barcelona le supusieron un “cambio de perspectiva total”.
“Yo recuerdo especialmente la sensación de responsabilidad, de vértigo. De formar parte de una asistencia sanitaria que no solo no se detiene, sino que crece. Aunque eran nuestras primeras Navidades, y estábamos siempre acompañados por los adjuntos, los R1 ya teníamos un cierto papel en las guardias. Además, emocionaba mucho ver por primera vez a pacientes que iban a pasar esos días ingresados, sin poder ver a sus familias”, comenta el radiólogo.
«Emocionaba mucho ver por primera vez a pacientes que iban a pasar esos días ingresados, sin poder ver a sus familias»
A Cristina, médico de Familia, le pillaron sus primeras Navidades en plena pandemia, y en un hospital de las dimensiones del 12 de Octubre -Cristian se formó en el Gregorio Marañón, y Daniel en el Sant Pau de Barcelona-. Ella, además, comenzó su residencia en septiembre debido precisamente a la pandemia, y no justo antes del verano, como suele ser habitual. Así, con apenas un par de meses “trabajados” como médico, tuvo que vivir escenas muy duras, con todo colapsado y sin apenas camas libres para recibir a nuevos pacientes.
“Recuerdo alguna guardia de 24 horas que me impactó muchísimo, en la que ni tan siquiera había sillas para que se pudiesen sentar. Pacientes muy, muy graves, con oxígeno, que no se podían ni sostener. Daba la sensación de que no ibas a terminar nunca, siempre había gente a la que cribar, valorar, poner tratamientos… Pensabas: ‘Solo son las ocho de la mañana, y ya estamos así. ¿Qué va a pasar en las siguientes horas que me quedan?’”, indica Cristina.
Pero acaba el año, y cuando parece que lo peor ya ha pasado, vuelve la rueda. Cristian tuvo tres días de vacaciones para irse a casa en Nochevieja, pero Reyes lo volvió a pasar en Madrid. Henar, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en Granada, recuerda precisamente un Día de Reyes “muy intenso, en el que no pude dormir nada”. Y es que es en esos últimos días de la Navidad, asegura, en los que más se nota cómo crece la presión asistencial.
«Recuerdo alguna guardia de 24 horas que me impactó muchísimo»
“La gente se va de vacaciones, se ponen malos y al juntarse en familia se contagian. Es lo típico, nada nuevo”, relata Cristian. Otro Cristian, que al igual que Daniel se formó en el Hospital Sant Pau, acabó pasando gran parte de sus primeras Navidades como residente encerrado en casa. Era diciembre de 2021, la peor época de la pandemia, y cayó contagiado. Él, además, es peruano, así qué le tocó afrontarlo a miles de kilómetros de su casa. “Cuando salió el positivo, no pude evitar llorar. Por suerte, mis compañeros me ayudaron muchísimo y me pudieron cubrir las guardias. Además, el día 31 di negativo, así que me pude tomar las uvas con mis compañeros de fiesta y unirme después a una fiesta”, explica el médico.
UNA EXPERIENCIA MÁS HUMANA
Pero, más allá de toda esta parte evidentemente negativa, Daniel también ha citado antes un sentimiento muy importante que viven los residentes durante sus primeras Navidades: la emoción de estar junto a pacientes que tienen que pasar estos días ingresados, pasándolo mal. Fue realmente en ese momento cuando, afirma, se dio realmente cuenta del componente humano de su profesión “y de todo lo que hay alrededor de la enfermedad”. En su hospital se creó un “espíritu navideño muy bonito”. “Intentamos crear un ambiente de trabajo agradable, decorando el servicio y celebrando las Navidades entre nosotros. Ya que pasamos tantas horas allí, qué menos que hacer grupo y disfrutar al máximo de estas fechas”, concluye Daniel.
*Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Fuente: Primeras Navidades trabajando como MIR: “Es una experiencia traumática”